
El síndrome de Stendhal en turismo
En el mundo del turismo, la fotografía y el vídeo no son solo herramientas de promoción: son vehículos de emoción. Hay lugares que no solo se visitan, sino que se sienten, y muchas veces ese primer impacto ocurre a través de una imagen. En El Flechazo, creemos en el poder de ese primer contacto visual que lo cambia todo. Lo que ves en una fotografía puede ser tan potente como estar allí, tan abrumador que incluso se habla del llamado “síndrome de Stendhal”: una reacción emocional intensa ante la belleza artística o natural, tan fuerte que deja sin aliento.
Este fenómeno, aunque más comúnmente asociado con museos y obras de arte, también sucede cuando un viajero contempla una vista del desfiladero de Ronda, se topa con la luz dorada de una puesta de sol en Vejer de la Frontera o descubre el rojo otoñal de Ordesa. Una imagen o un vídeo bien capturado puede despertar esa misma emoción en quien la ve desde su móvil o su ordenador. Por eso, en nuestro trabajo cuidamos cada encuadre y cada color: para transmitir una sensación que no se explica, solo se siente.


La fotografía turística, cuando es tratada con intención y sensibilidad, puede provocar un flechazo con el destino. No es solo mostrar lo que hay, sino cómo se vive. El vídeo, por su parte, añade movimiento, sonido y atmósfera: el murmullo de una plaza en Salamanca, las olas golpeando las rocas de la Costa da Morte o el eco de un callejón de Granada. Es en esa mezcla de emoción, estética y autenticidad donde ocurre la magia.
Por eso, cuando componemos una identidad visual para un destino o para una marca turística, pensamos en cómo provocar esa emoción. Trabajamos con gamas cromáticas que evocan el carácter del lugar y buscamos la armonía visual para que todo el contenido, desde una publicación en redes hasta una guía impresa, esté conectado. Porque si logramos que alguien sienta ese flechazo desde casa, estamos un paso más cerca de que quiera vivirlo en persona.
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